sábado, 1 de agosto de 2015

El tobogán de Anish Kapoor y otras obras de arte-columpio


La transformación de la Arcelor Mittal Orbit de Anish Kapoor (la torre que conmemora los Juegos Olímpicos de Londres 2012) en el tobogán más alto y largo del mundo es el último ejemplo de un género poco conocido: el arte para jugar. Repasamos aquí varios ejemplos curiosos.



Los toboganes en el museo:

Ya en 2007 Carsten Höller llenó la Turbine Hall de la Tate Gallery de toboganes. La obra se llamó 'Test Sites' y, según su autor, pretendía despertar en los adultos que se deslizaran por ellos sensaciones perdidas desde la niñez:

"El estado mental en el que entras cuando te deslizas (de deleite, mezclado con locura y pánico voluptuoso) deja un rastro en la persona que no se borra fácilmente". 



El castillo hinchable más grande del mundo:
Lo creó Jeremy Deller en 2012 y lo llamó 'Sacrilege' (ver vídeo). Reproduce a escala natural el monumento neolítico de Stonehenge, en Inglaterra. Estuvo de gira por Reino Unido y pasó en 2015 por España, dentro de la programación del Centro de Arte 2 de Mayo de Móstoles. Al convertir Stonehenge (uno de los lugares más venerados por los británicos) en un espacio en el que saltar y revolcarse, el artista pretendía mostrar que el arte no siempre debe ser tan serio como nos empeñamos en verlo: "Sólo quería hacer algo que la gente pudiera disfrutar y a la vez fuera un poco tonto. Creo que elevamos demasiado a los artistas hasta el punto que ellos mismos se creen excesivamente importantes y especiales".



El Hula Hoop:
Si hay algo que exige un conocimiento perfecto de los movimientos del cuerpo y coordinación absoluta, eso es el hula hoop. Christian Jankowsky estaba haciendo café en su casa cuando vio por la ventana a una mujer practicando este juego en la azotea de al lado. Puso carteles en el edificio para localizarla y la grabó, junto a otras 50 voluntarias, haciendo hula hoop en los tejados de Nueva York (ver vídeo).

'Rooftop routine' (2007) es una video instalación humorística pero también un nuevo reto para el visitante, porque junto al vídeo hay varios aros para que practique quien quiera. El objetivo es, una vez más, sacar al sujeto de su condición de espectador serio, que vuelva a ser un niño y se ría de sus movimientos ridículos.


Unos columpios revolucionarios:
El pionero de esta corriente del arte como juego es Robert Morris y sus 'Bodyspacemotionthings', una obra que básicamente consiste en construir diferentes columpios dentro de un museo: un balancín al que deben subirse varias personas e intentar mantenerlo en equilibrio, un tubo para revolcarse dentro, trepar con una cuerda por una superficie inclinada o andar sobre una cuerda floja.

A Morris se le ocurrió la idea de mezclar juegos y arte a principios de los 60, cuando formaba parte del Judson Dance Theatre, un grupo de bailarines, coreógrafos, músicos y artistas que se juntaron para modernizar la danza. Se reunían en una iglesia baptista de Manhattan, dirigida por un reverendo apasionado del baile, porque no había ningún otro sitio donde representar sus ideas ante el público. Allí Morris descubrió que al moverse uno toma consciencia de si mismo, de su cuerpo y del lugar que ocupa en el espacio. Por eso decidió poner a los espectadores a hacer equilibrios y retorcerse.


Rompecabezas en forma de 'Bicho':
La brasileña Lygia Clark es otra de las primeras en ponernos a jugar. Es una de las fundadoras del Neo-concretismo, corriente que defiende que lo importante del arte no es el objeto, sino la experiencia física que provoca. Por eso crea sus famosos 'Bichos', obras que para funcionar tienen que ser manipuladas por el espectador. Están formadas por planos unidos entre sí con bisagras que pueden abrirse y cerrarse para crear las formas que uno quiera


Curiosamente, hoy en día ningún museo deja al público tocar estas obras. Clark las creó sólo para eso y siempre detestó las piezas de galería intocables, pero ahora son demasiado caras para dejar que la gente las estropee jugando...





Desahogarse con el bate de espuma y un disfraz de gorila:
La 'Test Room' de Mike Kelley (1999) reúne también varios objetos para trepar y hacer equilibrios, pero añade un estímulo nuevo: bates de béisbol de espuma y sacos de boxeo para desahogarse a base de golpes. Busca que experimentemos el esfuerzo físico que supone golpear, algo que suponemos pero no siempre comprobamos. Incluye además un disfraz de gorila de cuerpo entero (ver vídeo).

De nuevo, la obra nace de un estudio sobre la danza en el que cada uno de los objetos nos estimula a comportarnos como en una coreografía y a ser conscientes de cómo nos movemos. 



Equilibrio en las anillas:
Una de las obras que más desafía al espectador es 'The fact of matter' de William Forsythe, expuesta en la Bienal de Venecia de 2009. Sólo quien se ha subido a esas anillas y ha tratado de avanzar por ellas sin pisar el suelo sabe lo débil y torpe que resulta el ser humano. Al interactuar con la obra el espectador mide su peso, fuerza y coordinación. Y a juzgar por los resultados que pueden verse en este vídeo, no hay muchos que puedan presumir. Lo importante, aquí y en todas estas obras de interacción y juego, es intentarlo y perder la vergüenza. Porque al final el arte no es algo tan serio.

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